8. Los
abuelos
De los abuelos Antonino y Josefa
seguramente no seré yo el que más anécdotas conoce, así que si veis algún dato
incorrecto o detalles que faltan, por favor indicádmelo para poder hacer las
correcciones necesarias.
Antonino Manteca García nació el 7 de
abril de 1853, hijo de Esteban y de Rosa, y se fue a Cuba a los 14 años (hacia
1867), donde probablemente tendría parientes que le reclamaron. De hecho, su
hermano Andrés aparece en los legajos de Diputación y en el Boletín Oficial de
Santander solicitando pasaporte en 1856 para La Habana , es decir, bastante
antes que su hermano Antonino.
Este
comenzó trabajando en una tienda de abarrotes, llevando una vida dura (dormía
en la propia tienda) y de poco rendimiento económico. Durante los últimos 5
años de su estancia en Cuba trabajó como agente de bolsa, lo que le permitió mejorar su situación financiera y hacerse con algún capital.
Parece que el clima no le sentaba bien, así que regresó a
España a la edad de 35 ó 36 años, hacia 1888. En 1891 se casó con Josefa, hija
de su hermana Encarnación y del Asturiano, y compró y amplió la actual casa de
Arredondo. Envidia de su nieto Florencio por su precoz jubilación, no volvió a
trabajar sino en sus fincas. Tuvieron 9 hijos: Amada, Antonino, Blanca, María
Luisa, Mercedes, José, Esteban, Andrés y Manuel.
La
casa y su finca fue comprada por Antonino a su hermano Andrés en
escritura de 1901. La tierra de La
Dehesa se la compró a su madre, Rosa García, en contrato
privado de 1896. Fue Juez Municipal de Arredondo al filo de 1900 y murió en
1918.
Antonino
fue como un antiguo patriarca, ya que además de vivir con su mujer y sus hijos,
en su casa de Arredondo convivían con ellos: su hermana Encarnación (hasta su muerte en
1916) y su suegro José Sánchez "el Asturiano" hasta que murió en 1936
(padres de su esposa Josefa). Su madre, Rosa, desde 1893 en que enviudó, con la
hija pequeña de ésta, Josefa, y sus nietos Esteban y Angelita.
La
abuela Josefa Sánchez Manteca nació el 1 diciembre de 1873, hija de José y de
Encarnación. Cuando se casó con su tío Antonino el 14 de enero de 1891, era una
cría de 17 años, un mes y 14 días.
Era
una mujer valiente, culta y capaz de realizar cualquier tarea. En la época de siega de la hierba, por el mes de junio, el abuelo, junto con algún hijo mayor y un par de criados subían a la finca de Escarabajos para segar, secar y recoger la hierba en la cabaña que allá había. A media mañana subía la abuela Josefa -andando, claro - cargada con provisiones para preparar la comida.
Hace unos quince años, el que esto escribe decidió visitar Escarabajos cómodamente sentado en el todoterreno de su amigo Pedro García. Después de veinte minutos de subida el coche ya no pudo avanzar más y hubo que hacer el resto a pie. El viaje me llevó casi una hora. Desgraciadamente para mi ego, luego me enteré de que la abuela lo hacía en poco más tiempo, pero cargada y andando.
Yo la recuerdo, ya mayor, sorda como una tapia y muy cariñosa con los niños.
Hace unos quince años, el que esto escribe decidió visitar Escarabajos cómodamente sentado en el todoterreno de su amigo Pedro García. Después de veinte minutos de subida el coche ya no pudo avanzar más y hubo que hacer el resto a pie. El viaje me llevó casi una hora. Desgraciadamente para mi ego, luego me enteré de que la abuela lo hacía en poco más tiempo, pero cargada y andando.
Yo la recuerdo, ya mayor, sorda como una tapia y muy cariñosa con los niños.
Ya
en su lecho de muerte, en agosto de 1953, su hijo José - mi padre, el médico de Rasines -la estaba auscultando y
su nieto Florencio miraba la escena con temor. Cuando terminó el
reconocimiento, José exclamó: "Ah, este pobre corazón ya no puede más..."
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