Había dos clases de copas: la de coñac y la de "sol y sombra", que era coñac con un poco de anís. El anís puro no se contemplaba entre hombres y no recuerdo que nadie pidiera nunca un whisky.
Al principio se pedía un coñac y te daban un coñac, posiblemente un "Comendador" de Udalla. Pero a medida que fui creciendo observé que al coñac se le iban añadiendo nombres propios tales como Veterano, Torres 5, Terry 1900, Torres 10 ...
Más tarde conocí el pacharán, que se tomaba en "chupitos" y, más tarde aún, comencé a familiarizarme con el orujo, primero el de hierbas y, posteriormente, el blanco.
En cambio, a mi mujer y a sus amigas les encanta el orujo de miel, que es difícil de encontrar fuera de las provincias del norte.
Tal como yo veo la cosa, aunque reconozco que no he consultado con fabricantes ni distribuidores de bebidas, los orujos han ido ocupando buena parte del lugar que tenían los brandies en las sobremesas y los chupitos se han generalizado. Pero esto no ha sido casual ni milagroso: ha sido fruto del esfuerzo de los "aguardenteiros" gallegos y de los destiladores del valle de Liébana que han mejorado sus técnicas tradicionales de elaboración hasta conseguir productos de buena calidad y muy competitivos que, al final, se están imponiendo en el mercado.
Durante mi etapa francesa aprendí que la uva no es la única fruta de la que se pueden sacar bebidas alcohólicas: recuerdo el aroma de manzana que se extendió en la mesa cuando Gerard Bienvenu descorchó una botella de calvados de la cosecha familiar que le había legado su padre, o del sabor de otro calvados con el que me obsequió mi buen amigo Fernand.
También caté con mucho gusto y afición los "schnapps" alemanes y austriacos que me prorcionaba Gilbert Wehmayer: aguardientes muy populares obtenidos destilando vinos de pera, ciruela, cereza y albaricoque. Y me aficioné a ellos. Los encontré muy aromáticos, potentes y de sabor que recordaba la fruta.
En España no se producen ni casi se conocen. Sólo se pueden encontrar en algunas tiendas de delicatessen y a precios muy altos. Bueno, hay una excepción en lo que digo: En la comarca del Jerte hay una cooperativa que produce aguardientes de cereza y ciruela.
Así que, en vista de la imposibilidad de encontrar en la tienda del barrio estos aguardientes a un precio razonable, no he tenido más remedio que aprender a destilar vinos de fruta para poder obsequiarme de vez en cuando con un chupito de este néctar que me apasiona.
Y esto que he aprendido quiero ofrecérselo a los seguidores de La Floropedia. Quizá algún lector avispado y emprendedor pueda sacar una idea que se transforme en un proyecto real que permita que estos aguardientes, como ocurrió hace años con el orujo, se vayan conociendo y consumiendo en España.
Así, que vamos allá:
Así, que vamos allá:
GUÍA PARA
LA DESTILACIÓN
DE FRUTAS
Florencio Manteca
ÍNDICE
CAPÍTULO 1 LAS MATERIAS PRIMAS 2
CAPÍTULO 2 PREPARACIÓN DEL MOSTO 7
Y FERMENTACIÓN
CAPÍTULO 3 LA DESTILACIÓN 16
CAPÍTULO 4 ENVEJECIMIENTO DE LOS 18
AGUARDIENTES
CAPÍTULO 5 REDUCCIÓN AL GRADO 19
ALCOHÓLICO DE CONSUMO
ANEXO 1 PROVEEDORES 20
ANEXO 2 BIBLIOGRAFÍA 21
ANEXO 3 FICHAS DE CATA 22
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