En un contrato de arriendo de todas las pertenencias
mineras de Rasines, realizado entre Juan de Lombera y un tal Francisco
MacLennan White, en 1894, por un plazo de diez años, se nos dan algunos datos
económicos y de volúmenes del negocio. Así, el arrendatario ha de pagar un
canon de 5 pesetas “por cada tonelada de mineral de calamina, blenda, o
plomo, o de otro metal que descubriese y arrancase de las referidas minas”.
El cálculo de las Tm. no se hacía en origen sino en destino, “con arreglo al
peso resultante en el puerto de descarga, del cual el recibo del flete abonado
al capitán o a su armador servirá de comprobante”.
La razón es la diferencia de peso entre una y otra medida que se produce a lo largo del tiempo por deshidratación, sobre todo si se ha utilizado el sistema gravimétrico para mejora de la ley, por ser éste muy hidrófilo. Merma que podía ser importante a juzgar por este otro documento en el que se detecta una diferencia de pesaje de más de 500 Kg.: “Hemos de hacerle observar que este mineral ha dado aquí 3.450 Kg., en vez de los 4.004 que pone en el talón”.
La cláusula más interesante encontrada en el anterior
contrato, a efectos de poder valorar la importancia de las minas en ese año de
1894, es la Séptima ,
ya que se trata de un contrato de alquiler con opción de compra. En dicha
cláusula, el arrendatario fija un precio de venta, precio que, además, se
compromete a respetar durante cinco años: “En cualquier tiempo durante el
primer quinquenio (a partir de la fecha del contrato), podrá el Sr. MacLennan
adquirir en propiedad definitiva y libre de todo canon o gravamen, las minas y
demasía de que se trata por la cantidad de 125.000 Ptas., valor máximo probable
que le asigna el Sr. Lombera”. La cláusula Doce es también interesante,
pues contiene otros datos de inventario
y activos: “Existen en varias pilas unas 150 Tm. ya prontas y beneficiadas
(enriquecidas) para su embarque y que también existen tierras y minerales
aprovechables en las escombreras, procedentes de anteriores explotaciones hechas
por su cuenta (del Sr. Lombera) y por arrendamientos anteriores (los
cuales desconocemos) (...) y que, asimismo, tiene una tejavana y algunos
lavaderos para la concentración de dichos minerales, todo lo cual, o sea, esto
último, está dentro de la mina Constancia y que exclusivamente a ella, tanto el
Sr. Lombera como el Sr. MacLennan, lo evaloran en la cantidad de 10.000 Ptas.,
que el Sr. MacLennan entrega en este acto al Sr. Lombera en billetes del Banco
de España, papel moneda a la par de la plata...”
Tal como hemos comentado más arriba, la familia Lombera
no fue la única en explotar las riquezas mineras de Rasines. Aunque la
documentación que poseemos es muy escasa, merece la pena que nos detengamos
brevemente en otras actividades mineras realizadas en la época moderna en
nuestro término municipal.
Por orden de antigüedad la primera que debemos citar es la Yesera
de Rocillo, de la que se conserva, aún en buen estado, el edificio de
producción y administración junto a la carretera general, frente a la entrada
del barrio de Rocillo. La razón social de esta empresa era “Gregorio Pérez”,
nombre de su fundador, datando la explotación de finales del s. XIX y
extendiéndose hasta 1950, siendo por tanto contemporánea con la minería de los
Lombera. Después de su fundador y ya en el s. XX fue regentada por sus tres hijos: José Mª
Pérez Sáenz, Javier y Adolfo. Parece que Javier era el Gerente, llevando la Administración y la Producción. Fue un
negocio estrictamente familiar pero que debió generar una importante actividad
económica pues, en su apogeo, llegaron a trabajar entre 15 y 20 personas. Se
conserva una curiosa foto de los obreros trabajando.
El yacimiento de yeso, a cielo abierto, estaba situado en
el terreno que hay detrás de la casa. El yeso extraído se transportaba en
vagonetas sobre raíles con un tiro de parejas de bueyes, hasta el edificio para
su procesamiento, cuyas fases eran: cocción, molienda, criba y envasado en sacos. El producto
terminado se vendía a almacenes y empresas de construcción para albañilería.
También se utilizaba en crudo para fertilizantes. Los escombros se tiraban en
la torca del terreno de enfrente, al otro lado de la carretera.
Manual de Urbanidad para niños
Barcelona 1913
1. Si al ir a sentarme a la mesa no tengo sitio señalado, he de ocupar el inferior a no ser que se me invite a tomar asiento más distinguido, el cual rehusaré si no es que me viere precisado a aceptar la invitación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario