Organización y producción
Los procesos productivos para enriquecer el mineral,
llamados en la época “beneficio” del mineral, ya los hemos
mencionado antes: el sistema gravimétrico en lavaderos y el de hornos de
calcinación. Parece que en Rasines hubo los dos sistemas. El de hornos es
evidente. Pero, además, en una carta de 1872 escrita por Juan Lombera a la
empresa Silvan & Co. de Bilbao, se hace referencia al gravimétrico, pues se
dice que “para beneficio de los minerales por medio de lavado, hay una
instalación hecha, falta sólo el motor”. Lo del motor se refiere, probablemente,
a la mecanización del triturado del mineral o del sistema vibratorio de las
mesas, que hasta ese momento debía tener carácter manual.
No tenemos muchos datos sobre volúmenes extraídos de los
distintos minerales, ni impacto económico en Rasines, aunque éste debió ser
importante. En la época de mayor apogeo minero se calcula hubo entre 50 y 60 obreros,
dirigidos por un Jefe de Explotación que a principios de siglo casi siempre era
un ingeniero de minas extranjero, alemán, inglés o francés. En Rasines debió
recalar un ingeniero inglés, según se desprende de una carta de Arsenio
Lombera. La estructura se completaba con un Jefe Administrativo, que llevaba
las listas de producción, pagos a proveedores, pago de la nómina, etc. Este
cargo lo ocupó a principios de siglo Carlos Largacha Bergelí, al que por su
función llamaban “listero” o “pagador”.
Las oficinas de la empresa estaban en
El Cerro, en la casa que luego compró José María Viar, a su regreso de Fernando
Poo, la antigua colonia española en la costa occidental de Africa. También
conocemos el nombre de uno de los carreteros de la primera época de la minería,
cuando el mineral se transportaba en carro de bueyes hasta el puerto de
Limpias: Prudencio Fernández Gutiérrez, padre de Prudencio Fernández, “Cencito”.
En estas primera época, inicios del s. XX, hubo un grave
accidente con resultado de muerte. A uno de los trabajadores, Agustín Guillarón
Carrera, le aplastó una roca que se desprendió en una galería de mina. En época
posterior, años cuarenta, otro trabajador vecino de Laiseca, Paco Nazábal, debió sufrir un desvanecimiento
por inhalación de gases mientras alimentaba el horno de dolomía por su boca,
cayendo en el interior. Afortunadamente pudo ser rescatado sin mayores
consecuencias gracias a la rápida reacción de un compañero, Luis Hoz, que se
descolgó dentro del horno con una cuerda y lo salvó.
Poco conocemos de los datos económicos relativos a la
actividad minera de los Lombera, como cifras de facturación, tonelaje
producido, nivel de utillaje, etc., pues sólo disponemos de datos aislados en
la documentación que hemos podido consultar, resultando difícil hacer una
proyección anual.
Los comienzos de la explotación parecen muy modestos, a
juzgar por el material que se expide para los trabajos de la mina. En una carta
de 10 de octubre de 1872 emitida por la empresa inglesa “Silvan & Co.”
desde su sucursal de Bilbao a Juan Lombera, se da cuenta del siguiente envío de
material a Rasines: “Por mediación del carretero Escajadillo que sale esta
tarde (...) con el encargo de que se entregue dicho material al ingeniero Sr.
Quez Vázquez: 20 barras de hierro (para barrenar); una máquina para
cribar; 6 carretillas; un collarón; una rueda con su eje; 10 barriles para
mineral de plomo; una carretilla sin rueda; una máquina para viento (para
ventilar la galería); y una caja de herramientas.”
En otra carta de abril de 1872, Federico Liperhaide,
padre del fundador de Unquinesa, remite una carta a Juan Lombera en la que dice
que “le sale el tiro (cartucho de dinamita) a real y céntimos. En
vista de esto hemos pedido otras tres cajas para mandarlas a ésa lo antes
posible. Velas, mandamos otra cantidad”.
Otra carta de la que no tenemos fecha, emitida por la
sucursal en Bilbao de la empresa minera “Hilbart & Co”. de Birmingham, nos
dice: “Gastos, hasta marzo inclusive, 1.414 (¿reales?). Talaje pagado
a usted, 13.143. Embarcado, 180 Tm. Existencia calculada contra uno y otro
mineral, 100 Tm. Total, 280 Tm.”
Finalmente otra carta de la misma entidad, fechada en
1873, que dice: “Dejamos a Ud. abonados, según la referencia de arriba,
4.800 reales con concepto del quintalaje del buque y ancinche de 160 toneladas
a 30 reales. En contra le debitamos 3.000 reales que endoso sobre el Santander
que acompañamos”.
Parece que el mineral extraído de las minas era de rica
ley y no había ningún problema en cumplir las especificaciones de los clientes.
En una carta de 1889, cuyo remitente desconocemos, se dice: “Mis
representados de Alemania están dispuestos, en un principio, a hacerse cargo de
las cantidades de blenda y calamina que podrían servir en las condiciones
tratadas con ustedes en su reciente visita a esta casa, a saber: Fórmula para
blendas con su ley mínima del 50% de cinc: 0,95P x T-8 – 0,16P. Fórmula para
calaminas con ley mínima de 45%: P x T-7 – 0,16P. Todo ello para mercancías puestas libres
de gastos en Santander.”
Manual de Urbanidad para niños
Barcelona 1913
¿Qué ha de observar V. respecto de la actitud de sus miembros y sentidos?
1º. Que es indicio de poca gravedad y aplomo el volver ligeramente la cabeza de una parte a otra; que revela extremada curiosidad el volverse a cualquier ruido o palabra para mirar lo que otros hacen; que el llevar la cabeza muy tiesa y erguida indica soberbia y altanería; y el andar cabizbajo es señal de genio poco franco y sobradamente reservado.
2º. Que los labios muy cerrados revelan un genio taciturno y los muy abiertos son señal de bobería o distracción.
3º. Que el gesticular mucho con los brazos cuando se habla o el ponerlos en jarras es propio de mujerzuelas de la ínfima plebe; y el moverlos cuando se anda, a manera de quien siembra y con movimiento alternativo y rápido, es un andar ridículo y chocante en demasía.
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