06 diciembre 2013

RASINES: CIEN AÑOS DE MINERÍA (VI)

El ara romana de Rasines


El ara romana encontrada en Rasines merece capítulo aparte. Se trata de un bloque de piedra arenisca en forma de prisma cuadrangular de 53 cm. de alto, 23 cm. de largo y 20 cm. de ancho, de unos 65 kg. de peso y datado en el  s. III d.C.  Se encuentra depositado en el Museo Regional de Prehistoria y Arqueología de Cantabria, que está en los bajos de la Diputación en Santander.
                  
La primera noticia del ara de Rasines es del P. Fidel Fita, que en 1906 recoge la información proporcionada desde Limpias por el P. Lorenzo Sierra. En una carta fechada el 31 de agosto de ese año, éste le escribe: “Supe que algunos años antes unos trabajadores, que estaban recogiendo arena dentro de la grava de un arroyo que sale de la cueva, hallaron una piedra con una inscripción, como a unos 15 metros de distancia de la boca del antro”.

  
  La piedra que hoy podemos ver en el museo aparece rota por la mitad, estando sus partes unidas por un visible pegamento. Esta fractura se debió producir en algún momento de su manipulación o traslado, probablemente por la mayor fragilidad de su parte inferior que debió estar enterrada y, por tanto,  las humedades y óxidos de la tierra minarían su consistencia. En efecto, en la piedra hay dos partes claramente diferenciadas: la inferior, labrada muy toscamente, sin destacar las aristas y con su extremo ligeramente apuntado, como para ser hincado en el suelo; y la superior, perfectamente labrada en forma de prisma, con una inscripción latina en su cara frontal y rematada con tres molduras sobre las cuales hay una plataforma en forma de ara o altar, flanqueada a ambos lados por sendos rulos de piedra, que recuerdan un pergamino abierto en el centro pero enrollado en sus dos extremos.


La inscripción latina, además de  borrosa por la erosión, contiene abreviaturas típicas de la época que hacen muy difícil su interpretación: “A. FLORVS/   A(..) P(..) C(..) S(..)”.
Unos piensan que sería un ara votiva dedicada a una diosa que se llamaría “Ataecina”; otros, una lápida funeraria que un tal Floro dedica a su esposa. Pero no habría que descartar otra versión, según la cual se trataría de un mojón o señalización de una mina, donde el propietario reivindica su posesión o hace una dedicatoria a un dios protector de la minería.  Esta interpretación parece la más lógica si tenemos en cuenta dónde se encontró el ara: en el centro de la minería de Rasines.

El tema del ara nos introduce en la historia de su descubridor, Arturo Lombera Urpí, en el hallazgo de la Cueva del Valle de Rasines en 1905 por el Padre Lorenzo Sierra, y en una anécdota, entre divertida y triste,  ocurrida en el lugar de  Ojébar en relación con el carburo. El relato se lo debemos a César Lombera,  hijo  de  Arturo. 


¡EXTRA, EXTRA!

Manual de urbanidad para niños
Barcelona  1913

1. ¿Qué es lo primero que exige el aseo? - 2. ¿Cómo se han de cuidar las uñas? - 3. ¿Cuándo y dónde han de cor­tarse? - 4. ¿Qué cuidado exigen los píes? - 5. ¿Cuándo se lavará V.?


1. Lo primero que exige el aseo del cuerpo es que me lave por las mañanas la cara, orejas, cuello, manos y antebrazos, y en seguida pro­ceda a limpiar la cabeza, peinándomela bien y lavándola a lo menos una vez por semana, a no ser que la caspa exigiese hacerlo con más frecuencia. También he de cuidar de los labios, ojos, etc; la boca ha de lavarse cada día a lo menos una vez, y siempre que, ha­biendo tomado algo, pueda despedir un olor desagradable.

2. Las uñas deben cortarse a lo menos una vez cada semana, y, si sigo la moda ridícula de llevarlas un poco largas, no sea con exceso, cuidando siempre de mantenerlas limpias. 



yaninarodriguez

3. Cortarse las uñas en presencia de otros, ha de mirarse como una grosería incalificable; no lo haré, pues, ni aún delante de ¡as perso­nas de más confianza, ni juguetearé con tije­ras en actitud de cortarlas o limpiarlas, ni las roeré jamás aunque esté a solas. Tendré muy presente que la limpieza en las uñas es de lo que más patentiza el aseo o descuido de la persona.


4. Los pies exigen un cuidado especial, y por lo mismo los lavaré cada quince días a lo menos, a no ser que prefiera hacerlo con más frecuencia. Con el mismo fin me mudaré las medias una o dos veces por semana, y más a menudo si los pies me sudan con facilidad.

Niños



5. Me lavaré siempre que tuviese necesidad: pero principalmente las manos siempre que las tuviere menos limpias o sudadas. Llevar las manos manchadas de tinta arguye suma dejadez; y presentarlas así en público demues­tra poco respeto a aquellos con quienes vamos a hablar.

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